Mi tiempo me ha ocupado esta nota sobre las noches de ronda en Mondoñedo. He disfrutado más recordándolas que escribiendo, y me he pasado muchas mañanas tarareando las canciones que aquellos rondadores dedicaban a las chicas “en las noches claras de inquietos luceros”.
La tradición de las rondallas en  Mondoñedo nos llevaba a las rondas que luego alguno de sus componentes formaban en determinadas ocasiones en la  época de verano. No recuerdo más que unas pocas actuaciones de las dos rondallas rivales: La de  “O Pallarego” y la de “O Gaspar”. He repasado varias veces el  trabajo sobre la música en Mondoñedo de Andrés García Doural y de Xosé Ramón García  porque he tratado de buscar información. También he preguntado a algún rondador de mi época de niño, como mi primo David, pero se me enfada recordando que ahora nadie va de ronda ni se tocan instrumentos ni hay voces.  Supongo que la nostalgia pesa mucho.
Lo cierto es que al final tendré que escribir como mejor pueda sin contar con mucha ayuda, entre otras cosas, como dice mi amigo Antonio Domenech, porque ya casi nadie recuerda aquellos tiempos y la historia va por barios.
Lo cierto es que echándole imaginación vamos a centrar, y nunca mejor dicho, que el punto de reunión para “afinar los instrumentos”, estudiar el repertorio de la noche y analizar el recorrido, era el BAR CENTRAL.  Ya empezamos nostálgicos.
Las noches de ronda tenían sin duda un especial sentido para mí, entonces  un niño, que salía a escuchar la actuación de aquellos maestros de la música que interpretaban canciones muy románticas y melódicas, algunas de las cuales no sabía de dónde las  conseguían. Por eso en mi cabeza todavía retumbaba aquella de: “India teus cabelos, nos hombros caídos, negros como a noite que non ten luar. India de piel morena, de boca pequeña, eu quero besar...” Su autor Paulo Sérgio, tenía una manera muy especial de “decir” la canción y desde luego la interpretación del trío era fabulosa.
Las mejores actuaciones suponían la presencia de Lalo, Antonio Marful, Aráujo y David a la guitarra. Las voces eran una verdadera delicia. Lalo con su vozarrón y Marful con su falsete, eran el contrapunto perfecto, al que la de Araujo daba el tono y David el punto. Vamos, dicho esto es para colgarme, pero me entusiasmaba  oírles. El eco de la noche y el silencio, eran en la calma de Mondoñedo, de verdad, todo un espectáculo.
La realidad  es que eran escasas las ocasiones que tenias de poder ir de ronda, más bien de acompañar a los rondadores, a los que se unía algún que otro enamorado que se significaba cuando la chica salía al balcón. Nuestra niebla en estas ocasiones se disipaba, yo creo que respetaba el arte y la emoción del momento.
Las reinas de la noche de ronda son las chicas. Algunas, creo recordar bien, estaban en Mondoñedo de vacaciones, venían de ciudades importantes, pero en  ninguna habían sentido la emoción de una ronda. Sin duda si pudieran contarlo, alguna lágrima saldría a sus mejillas.
Estas noches de ronda en Mondoñedo podrían ser de nuevo un atractivo turístico, de difícil implantación pero de bella ejecución. Una oportunidad para charlar en las terrazas de la ciudad antes de que los rondadores iniciasen su recorrido por las calles y cantasen, muy quedo, “ las dulces melodías… del Guaraní”.
Espero que más de un mindoniense ponga a volar su imaginación y culmine este recuerdo dándole visos de realidad y se vuelva a rondar a las chicas en las noches de Mondoñedo. Tradición y buenas voces a buen seguro se pueden encontrar y así, unido a ese movimiento de poesía y pintura que está dando tan buenos momentos, se pueda avanzar  un paso que ayuda al compañero.
 Y todo ello esperando que no se cumpla la parte final …”Que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan pena, que se acaba por llorar”. Por el contrario, que vuelva la luna a su ronda y que nos dé la satisfacción que supone oír unas voces nuevas que nos traigan recuerdos, vida y felicidad.
Que de verdad ese reloj no pare las horas y se ponga en marcha para bien de la ciudad. Yo creo que hasta  La Paula, desde su privilegiada posición, aplaudiría a su manera, la nueva vida nocturna.
Saludos y buen verano a todos.


JOSÉ RAMÓN DÍAZ CRUZ 
 

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